Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, la gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Si hay un solo versículo en la Biblia marcado con el énfasis especial de Dios el Espíritu Santo, seguramente este es uno. Cada palabra lo dice. Aquí está la persona gloriosa de la que tanto y tanto se habló antes bajo el nombre de la Palabra, declarada hecha carne. Y esto distinto de la persona del Padre o del Espíritu Santo. Es el Hijo de Dios solamente. Él se hizo carne. La palabra original traducida como carne es muy fuerte.

Es Sarx. La misma palabra que se usa Romanos 3:20 . donde se dice que ninguna carne es justificada. Y en otras partes se dice que Cristo fue hecho a semejanza de carne de pecado. Romanos 8:3 . Y es una palabra del mismo significado con uno en el hebreo, usado Génesis 6:12 carne corrupta.

De modo que no se puede encontrar una palabra de mayor importancia para denotar la enorme humillación del Hijo de Dios al asumir nuestra naturaleza. Si el versículo hubiera expresado que el Verbo se hizo Hombre, aunque se habría implicado la misma naturaleza, no habría sido tan fuerte como hasta el punto de degradarse. La palabra significa nuestra naturaleza plena, tanto de alma como de cuerpo, hombre completo. Y está tan plenamente expresada por la palabra carne, que la asunción implica la unión más perfecta de ambas naturalezas, divina y humana.

No por cambio o alteración de uno por el que toma el otro; sino por la unión formando y constituyendo una sola persona, Dios y Hombre Mediador, el Señor Jesucristo. Como lo expresó felizmente Agustín, al hablar de la palabra hecha carne; "No (dijo) cambiando lo que era, sino tomando lo que no era". Y lo que hace querer al conjunto, y lo hace verdaderamente bendecido para todo su pueblo que es miembro de su cuerpo, de su carne y de sus huesos, es que esta unión de Dios y el Hombre en una sola persona, es indisoluble y para siempre. Jesucristo, el mismo ayer, hoy y por los siglos. Hebreos 13:8

Y cuán bienaventuradamente habla Juan del conocimiento que él y sus hermanos tienen de Cristo bajo esta preciosa unión, Él habitó entre nosotros (dijo Juan), tabernáculo, como la palabra es, aludiendo al Tabernáculo en el desierto, que fue (y sin duda considerado como tales por los santos hombres de la antigüedad), un tipo de la naturaleza humana de Cristo, en la que Jehová moró, y de la cual se hicieron manifestaciones. Contemplamos su gloria, (dijo él), observen, su gloria.

¡Sí! porque en su naturaleza divina, verdaderamente suya, subvida como era, no podía llamarse de otra manera. Y esta gloria, como la del propio Hijo de Dios, llena de gracia y de verdad. ¡Lector! Piense en el testimonio bendito que hay aquí de la Deidad de Cristo, de la humanidad de Cristo y de la unión de ambos. Y no dejéis de observar que todo esto sucedió al mismo tiempo que Cristo vino a los suyos, y los suyos no le recibieron; La gracia distintiva enseñó a Juan ya sus hermanos a contemplar la gloria de Cristo y regocijarse en ella. ¡Dependan de ello, así es ahora, así ha sido en todas las edades de la Iglesia, y así será mientras la tierra continúe!

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