EL PROBLEMA CRUCIAL ( Hechos 15:1-5 )

La afluencia de gentiles a la Iglesia produjo un problema que tenía que ser resuelto. El trasfondo mental del judío se basaba en el hecho de que pertenecía al pueblo elegido. En efecto, creían que no sólo los judíos eran la posesión peculiar de Dios, sino también que Dios era la posesión peculiar de los judíos. El problema era este. Antes de que un gentil se convirtiera en miembro de la Iglesia cristiana, ¿era necesario que se circuncidara y tomara sobre sí la Ley de Moisés? En otras palabras, ¿debe el gentil, antes de convertirse en cristiano, primero convertirse en judío? O, ¿podría un gentil ser recibido en la Iglesia como tal?

Incluso si se resolviera esa cuestión, surgió otro problema. El judío estricto no podía tener relaciones con un gentil. No podía tenerlo como invitado ni ser su invitado. En la medida de lo posible, ni siquiera haría negocios con él. Entonces, incluso si los gentiles fueran permitidos en la Iglesia, ¿hasta dónde podrían asociarse judíos y gentiles en la vida social ordinaria de la Iglesia?

Estos eran los problemas que había que resolver. La solución no fue fácil. Pero al final la Iglesia tomó la decisión de que no debería haber diferencia alguna entre judíos y gentiles. Hechos 15:1-41 habla del Concilio de Jerusalén cuyas decisiones fueron la carta de libertad para los gentiles.

UN PROBLEMA SE AGUDA ( Hechos 15:1-5 continuación)

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