nacimos de Dios ; cambiado, por su Espíritu Santo, del supremo amor de sí mismo y del pecado al supremo amor de Dios y la santidad. Ningún hombre hereda este carácter santo por naturaleza, ni se lo puede dar el hombre. Es el don de Dios solamente. El cambio en los hombres llamado "nacer de nuevo", por el cual se convierten en hijos de Dios, no es obra de los hombres, sino de Dios, ya él será por siempre toda la gloria.

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