Verso Juan 1:13. Que nacieron, no de sangre... Que fueron regenerados, ουκ εξ αιματων, no de sangre-la unión de padre y madre, o de una ascendencia distinguida o ilustre; pues la lengua hebrea hace uso del plural para señalar la dignidad o excelencia de una cosa: y probablemente con esto el evangelista pretendía mostrar a sus compatriotas que el hecho de tener a Abraham y a Sara como padres no les daría derecho a las bendiciones de la nueva alianza, ya que ningún hombre podía reclamarlas, sino como consecuencia de haber nacido de Dios; Por lo tanto, ni la voluntad de la carne -cualquier cosa que el corazón corrupto del hombre pudiera proponerse o determinar en su propio beneficio-, ni la voluntad del hombre -cualquier cosa que otro pudiera estar dispuesto a hacer en nuestro favor- pueden servir aquí; este nuevo nacimiento debe venir por la voluntad de Dios -por su propio poder ilimitado y su misericordia sin límites, prescribiendo la salvación sólo por Cristo Jesús. Ya se ha observado que los judíos exigían la circuncisión, el bautismo y el sacrificio para hacer un prosélito. Ellos admiten que los israelitas habían desechado la circuncisión en Egipto, y por lo tanto estaban fuera del pacto; pero al final fueron circuncidados, y mezclaron la sangre de la circuncisión con la sangre del cordero pascual, y de esta unión de sangres fueron hechos de nuevo hijos de Dios. Ver Lightfoot. Esta era la única manera en que los judíos podían ser hechos hijos de Dios; pero el evangelista les muestra que, bajo la dispensación del Evangelio, ninguna persona podía convertirse en hijo de Dios, sino siendo regenerada espiritualmente.

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